miércoles, 2 de febrero de 2011 | By: Samuel R

La casa en la Luna

La luz se colaba con una energía incesante por las persianas de nuestra casa en la Luna.
El hombre de las noticias dijo que habría eclipse, y que duraría al menos unos minutos. No prestamos atención alguna a aquello.

Apoyado en la puerta de la cocina te observaba. Andabas descalza por el salón, con aquel vestido que te regalé, tarareando alguna canción, bailando al mismo ritmo que la brisa hacia bailar las cortinas. Hipnotizando el aire que respirabas.

Poco a poco, la luz fue desapareciendo. Sin despedirse de nosotros, abrió la puerta y se fue. Entonces comenzó algo inexplicable...
Estabas vestida de sol entre las sábanas. Todo era rojo. Visceral. Cada curva de tu cuerpo me emborrachaba más y más, hasta que ya no distinguía el norte del sur, la atracción física de la espiritual. Me asomé a tus ojos y lancé un guiño por si alguien más nos estaba viendo.

Cuando desperté estaba en la Tierra, en mi viejo colchón. Aún era de noche, y la televisión estaba encendida.
Me asomé por el balcón, y busqué nuestra luna en el cielo. Vacío. Apagué el televisor y volví a la cama. Cerré los ojos y dejé que el mundo volviera a desaparecer.

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