El Sol ha dejado de calentar, no hay luz que arroje claridad sobre esta habitación, donde las horas se sientan a los pies de mi cama, junto a mí, para hacerme compañía mientras te espero. Las estrellas se han caído del cielo, y sus cadáveres se cuentan por miles, aun son visibles por las calles de esta ciudad desconsiderada que nada ofrece si no estas tú, que no quiere vivir sin ti.
Las puertas han dejado de abrirse, saben que no hay lugar al que pueda ir donde se tranquilicen mis ojos, inquietos y nerviosos, buscándote en todos los rincones. Los colores de la calle se esconden en el último cajón de mi mesita de noche, junto a los acordes de todas esas canciones que hablan de ti, y que ahora tienen miedo a sonar sabiendo que formaran un terremoto en mis ojos.
Tan solo es mi lápiz quien se atreve a luchar contra este monstruo, escribiendo una y otra vez sobre las paredes de mi cárcel ese nombre cuya sola mención eriza mi alma y me evoca el TE QUIERO más contundente que mi boca jamás antes expresó.
Y es que sin ti, la Luna no gira. Ha perdido el rumbo y vaga desorientada entre los restos de una desconocida galaxia que flota allí donde el universo se hace vacío.
No hay vida sin la sombra que proyectas cuando caminas a mi lado, sin ese océano que guardas en tus ojos, sin el sonido de tu voz, susurro que me hipnotiza como si fueras la sirena que este náufrago debía encontrar en la orilla de la Gran Vía.
Una vez leí que el único modo que tenemos de saber lo fuertes que somos es llegando al extremo. Creo que es el momento de que demostremos lo fuertes que somos. No te voy a engañar, yo también estoy asustado, pero eso es señal de que esto es algo grande.
Autor
- Samuel R
Y mientras mis frágiles huesos se marchitan en este desierto, como piedras que olvidaron su amor y su odio, su verdad y su mentira... es entonces cuando noto una brisa inocente, que trae olores de belleza y libertad.
Es en ocasiones como esa cuando, a pesar del común pesimismo que me acompaña y me hace naufragar, sospecho que el mundo es un sitio hermoso, pero los hombres lo estropean. Siempre lo estropean todo.
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Ábreme conversación esta noche y te hablaré de mis deseos. De como quiero que las mariposas desenvuelvan huracanes, que el fuego se expanda...
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La tormenta acabó por destrozarme, por enmudecerme. Mis palabras cayeron desplomadas en el combate. Perdí. Bajé el telón. ¿Y ahora? Ahora ...
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Bajamos las escaleras y salimos a la calle. La luna seguía donde la dejamos, escribiendo el guión de la noche. Hacia algunos días que habí...
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