Y es que las esquinas susurran falsedades y cuentos de sangre
sobre la arena. Pero las esquinas son mezquinas y saben poco de lo que hay que
saber. Nunca cuentan que lo cierto es
que tan solo una o dos relaciones saldrán bien en la vida. Piénsalo, tan solo
una o dos… Y el resto será una lista de nombres que se emborronarán con el paso
de una serie de días desganados hasta ir desapareciendo, poco a poco, en el
fondo de los océanos. Y los océanos saben de más, y cuentan que, en el resto de
las relaciones olvidadas, está la verdad: Que lo más fácil es que ninguna
relación salga bien. Nunca. Ni a la primera, ni a la segunda, ni a la tercera. Que
lo más probable es que no salga bien a la ninguna.
Pero el ser humano es harto conforme, y no se para a buscar
lo que hay más allá de los tesoros del occidente corrupto. Y es ahí donde se
nos olvida el “que una relación salga bien”. Como siempre, hemos corrido
demasiado y hemos dejado atrás nuestro equipaje, bolsas, cepillo de dientes y
zapatos incluido. Porque tenemos que marcar el trayecto de lo que significa que
una relación salga bien. A veces puede ser morir junto a esa persona, y otras
simplemente puede sea un mes de conocimiento y otro mes de desconocimiento.
Quizás esto sea más complicado que todo lo demás. Quizás
debamos quedarnos en matar o que nos maten. Y seguir haciéndonos heridas de
guerra que cicatrizarán antes de que nos metamos a la cama y cerremos los ojos.
¿Y mañana? Otro amanecer. Y otra guerra. Con suerte, claro.