viernes, 12 de noviembre de 2010 | By: Samuel R

Dulces sueños alma gemela

Cayó la tarde. El otoño ya se había instalado en el hueco que dejó el verano, y tenía intención de quedarse. Las hojas caían con armoniosa lentitud, practicando una danza que hipnotizaba mis ojos. Los pájaros me miraban desde los tejados, se preguntaban a quien esperaba todas las tardes allí sentado. Yo también me lo preguntaba.
La plaza comenzó a bañarse de tono rojizo, como si un sol melancólico se escurriera lentamente por aquellas aceras.

¿Me preguntas que me trajo aquí? No estoy seguro. Quizás me guiaron los susurros de mis viejas fotos, quizás vi este lugar en los sueños que olvido al despertar, quizás seguí a un conejo blanco con demasiada prisa…
Lo que si tenía claro era que aquel debía de ser el día en que por fin aparecieses. No sé donde estás, ni siquiera creo que nos conozcamos. Pero sé que en este mismo instante estás pensando en mí, como yo pienso en ti. Y un día tú y yo estaremos sentados en este banco en el que estoy sentado ahora, y caerán las mismas hojas, y nos mirarán los mismos pájaros…

Se que vendrás,  porque te encuentras tan vacía como yo sin ti. Porque hay personas en el mundo hacia las cuales estamos siendo guiadas. ¿No lo sientes así? Las almas gemelas se necesitan mutuamente, y de una manera u otra acaban encontrándose.

Hoy la coincidencia o el destino te traerán hasta esta plaza. Guiada hasta aquí, sin saber muy bien porque, con curiosidad por contemplar una página aun viva de nuestra historia. El resto lo escribiremos nosotros, serán brillantes pinturas enroscándose en el aire al azar.
Entrarás en mi vida como si siempre hubieras estado allí, porque siempre formaste parte de ella. Estaremos llenos de un futuro y un pasado, y seremos el uno para el otro como nadie lo ha sido jamás. No tengo nada pensando para el futuro, solo quiero respirar, a tu lado.
Ahora no podemos encontrarnos, ignoro porqué, pero algún día nuestras preguntas serán respuestas y nos veremos inmersos en un sueño hecho realidad…


Finalmente el sol gastó su último aliento y se marchó llevándose su perfume de atardecer. Las farolas despertaron. Debía ser ya la hora de volver a casa.
Por el camino comenzó a llover. En mi interior ya diluviaba desde hacia tiempo, el invierno siempre se anticipaba aquí dentro.
¿Sabes que, querida alma gemela? Me conformo con que te quedes a mi lado 5 minutos y luego 5 minutos más... y 5 mas después... Mañana. Mañana será el día. Volveré a esperarte en aquel banco. Aparecerás.

2 comentarios:

Tennant dijo...

Esta entrada es realmente genial, me encanta.

PierroT dijo...

Samu, eres una caja de sorpresas =)

Coco.

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