Puedes levantarte de la cama tan optimista como desees. Y
subir la persiana de tu habitación para dejar que la luz de la mañana te de los
buenos días. Puedes tomarte un café y sonreír a tu familia. Puedes intentarlo
si lo deseas. Y deberías hacerlo, desde luego. Si eres lo suficientemente dócil,
puedes incluso engañarte a ti mismo y pensar que todo marcha bien. Pero nada más
lejos de la realidad.
Seguimos siendo los mismos seres legañosos y tristes que se montan en el ascensor todas
las mañanas, y que evitan ver su reflejo, por miedo a que les diga la puta
verdad. Aterrorizados por la simple vida, huimos del hambre, del frio, del
calor, de las úlceras y de la soledad. Pero no llegaremos muy lejos. El mar nos
impide seguir adelante.
No cambiamos de dueños, ni de opiniones, ni de calcetines. O
lo hacemos tan tarde que no vale la pena. Hemos nacidos fieles, y explotaremos
de fidelidad si es necesario.
1 comentarios:
Me ha gustado mucho tu punto de vista, aun conociendo el defecto parece imposible la reparación. No sé si quieres aludir al panorama político o al social o a todo en general, pero desde luego es tu visión más realista y entera de tu manera de percibirlo. Un honor leerle, saludos
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