Disolverse con la lluvia para ser arrastrado río abajo o
arder junto a un sol azul. Tirar del hilo de los días felices para rememorar
aquellas noches blancas o vender tu levedad al peor postor y vaciarte. Huir de
las respuestas que no quiero escuchar… huir incluso de mí mismo. Eso me es
sencillo.
Soy la persona que conozco desde hace más tiempo, después de
todo, debería conocerme bien. Y sin embargo me siento un completo desconocido.
Me sorprendo de las decisiones que tomo, jurándome y traicionándome a mí mismo.
Entonces... ¿cómo pretendo conocer a los demás? ¿Cómo puedo confiar en otros si
no confió en mi mismo? No tiene sentido.
Me hago preguntas, y las respuestas que me doy me intrigan. Pero
sobre todo, son las respuestas que no quiero darme o las preguntas que no
quiero hacerme las que me obsesionan. Como un ser emocionalmente daltónico que
no acabará en ningún sitio agradable.
Sé que no puedo estar toda la vida pensando mi próximo movimiento.
Tarde o temprano me tocará mover ficha. Para bien o para mal. Aunque, si de
algo estoy seguro es de que no existe el bien o el mal, solo hay opinión popular.
0 comentarios:
Publicar un comentario